Crónica y fotos del concierto de ÑU (18-12-2021 Recinto Ferial Numancia Suena, Numancia De La Sagra -Toledo-)
La gélida noche del pasado sábado 18 de diciembre sólo necesitó dos horas para convertirse en una calurosa, acogedora, mágica e hipnótica velada que comenzó sobre las 21:30, cuando la mítica formación ÑU subió al espectacular escenario del Recinto Ferial de Numancia De La Sagra (Toledo) como colofón final a la extraordinaria saga de conciertos celebrados en dicha localidad, todos ellos de la mano de Universo Rock y bajo la consigna de Numancia Suena.
Nada más acceder a la carpa y acercarnos al puesto de merchan, pudimos comprobar que estaba finalmente disponible el nuevo trabajo discográfico del vocalista y líder de la citada formación bajo el título de Molina, un álbum elegante con trece cortes en su interior cuya puesta de largo tuvo lugar el pasado mes de junio en el Teatro EDP de Madrid y del que en esta ocasión pudimos disfrutar con uno de sus temas más emblemáticos, “El Calor Nublado”, primera pista de este redondo en solitario del cantante de ÑU la cual fue interpretada junto con otros veintidós temas propios de la banda que fueron cobrando vida durante dos horas con cuatro excepcionales músicos como son: Juan Miguel Rodríguez a los teclados, Luis Calzada a la guitarra, César Sánchez al bajo y Óscar Pérez a la batería acompañando al versátil y carismático José Carlos en esta noche tan especial.
Hablar de ÑU significa remontarnos hasta aproximadamente el año 1974, momento en el cual la primera alineación del grupo hunde sus raíces ya con una clara línea musical basada en el Rock Duro reuniendo elementos de música Medieval, Celta y Heavy con una singular impronta, un excepcional, fresco y personal sonido de flauta travesera perfectamente gestionado en los temas por parte de Molina, fundador de la banda y único miembro que ostenta el honor de haber permanecido en sus filas durante toda la trayectoria de la misma. Con estos elementos como base, comenzó una leyenda que ha llegado hasta nuestros días en los que la sombra de ÑU es más alargada que nunca, presentándose como una de las formaciones más importantes e imprescindibles de nuestra historia musical y que pisó fuerte la tarima hace unos días para volver a repartir calidad e ilusión a partes iguales.
La soberbia Intro, enriquecida por el brillo de los teclados a cargo de Juan Miguel y los primeros baquetazos marcando ritmo de Óscar, dio paso a los cuatro instrumentistas que se situaron en el escenario bajo los focos, protagonistas por su efectismo durante todo el show junto con un sonido técnicamente perfecto que hizo brillar el espectáculo y comenzó a dar muestras de esa calidad ya desde la deseada, aplaudida y ovacionada salida del multiinstrumentista José Carlos Molina, quien sin más dilación se arrancó con “Algunos Músicos Fueron Nosotros” incluida en el álbum Cuentos De Ayer Y De Hoy como auténtico repaso hecho en 1978 a predecesores y contemporáneos como Mozart o los Rolling en un contexto muy definido y ahora modernizada con matices de armónica a cargo del vocalista, el cual la gestionó sentado al piano con una velocidad rítmica modificando a la original y acorde a nuevos sonidos pero sin perder ni un ápice de su autenticidad y con la que César, muy activo durante toda la actuación, pidió palmas a un público que ya con este primer tema se metió de lleno en la actuación para abrazar acto seguido a una misteriosa “Ella”. Siempre nostálgico, siempre arrollador, siempre enigmático e impuesto como segundo de la noche, este tema emergió sin más presentación que los acordes de órgano que le hacen tan identificable y que permitieron a Molina abandonar el piano por unos instantes, centrando su voz en esta balada llena de fuerza y base rítmica contundente que abraza una lírica con imán en la que las cuerdas vocales del cantante se volcaron en continuos giros siempre dentro de esa modulación José Carlos, quien parece abrigar los mensajes que transmite especialmente en esta emblemática canción que fue cantada de principio a fin por todos los allí presentes y que se mostró muy prolífica en generosos punteos guitarreros a cargo de Luis Calzada con un exquisito dominio de las seis cuerdas.
“No Hay Ningún Loco” fue también introducida por unos teclados que se deshicieron en acordes durante toda la velada y que comenzaron a sonar tras las buenas noches y las gracias por la asistencia que trasladó al respetable José Carlos Molina, dando así pie a esta homónima al primer álbum en vivo de ÑU publicado en 1986, un trabajo en directo que fue lanzado como LP doble y que supuso el culmen a la carrera musical de la banda. Con una actitud por parte del frontman muy similar a la de aquella noche histórica en la extinta Sala De Rock Canciller, pudimos ver a un incombustible José Carlos que dio vida a su travesera bajo un haz de luces blancas cayendo sobre su cabeza y un público embravecido que no dejaba de mirar a un lado y a otro, siendo partícipes de la actividad sobre las tablas de bajo y guitarra apuntando con el mástil el primero a la gente para disparar slaps y hacer bailar a todos con estos vibrantes acordes, los cuales bajaron el ritmo con el comienzo de una lírica de leyenda medieval con todos los ingredientes de himno feudal y fondo de atemporal realidad ensoñadora.
Los típicos movimientos juglarescos de Molina flauta en ristre, dominaron la escena reflejando la comodidad del cantante sobre el escenario y la complicidad con todos sus compañeros de filas, una complicidad que se trasladó con poderosa química al público que disfrutó de un vocalista totalmente entregado, accesible, con una impagable actitud escénica y sin dejar de gesticular con cara y cuerpo según éste y los siguientes temas lo iban requiriendo, volviéndose en las partes instrumentales hacia la sólida batería de Óscar para apoyar sus acompasados y brutales baqueteos con sus ya conocidos, sinuosos y particulares movimientos, cuya vestimenta de casaca y chaleco ayudó a exaltar y trasladarnos a ese mágico medievo tan recordado siempre por esta formación.
La elección de travesera entre las dos que estaban a los pies del flautista tuvo lugar durante todo el directo, mostrando al Molina más vacilón haciendo virguerías acrobáticas al coger las mismas y también jugar con el pie del micro, un elemento que le dio algún que otro problema durante la actuación al tambalearse de vez en cuando pero como una simple anécdota, ya que a excepción de un cambio de micrófono inicial, el concierto desplegó un sonido ensamblado, empastado, elaborado y fruto sin duda de muchas horas de ensayo por parte de estos músicos que fueron in crescendo no sólo en aptitud, sino también en actitud encima de la tarima como en la siguiente divertida y gamberra “La Granja Del Loco” dentro del disco de 1988 Vamos Al Lío, arrancada tras un poderoso baqueteo antes de volver al Cuentos De Ayer Y De Hoy con la bucólica “El Juglar” y de nuevo nuestro hombre en solitario al piano para comenzar con una poética entonación y apabullante trabajo nuevamente por parte de Juan Miguel y Luis, gestionándose un despliegue de musicalidad fabuloso con impresionantes fraseos de las percusiones de Óscar y César junto a José Carlos dando toda una lección de cátedra sobre las tablas.
Un extenso lucimiento de los instrumentistas llego con “Celebración” y un brutal sonido de la banda que interpretó sin el cantante un excelso popurrí musical, arrancando gritos entre los allí presentes diciendo “qué bonito, qué bonito” para aclamar el buen hacer del grupo también en la siguiente “Animales Sueltos”, seguida por la pegadiza a la vez que crítica “Imperio De Paletos” y ambas nuevamente con José Carlos sobre el escenario desgastando su flauta al lado de los riffs predominantes y los dedos de Calzada recorriendo el mástil de arriba hacia abajo y viceversa.
Tras una simulada despedida en tono de broma por parte del cantante con la que nos hizo sonreír a todos, llegó otro clásico con “La Bailarina”, un tema que tuvo la travesera muy presente con letra que nos transportó a un mundo de fantasia y hechizos para una canción desenfadada, de estribillo pegadizo y que fue comenzada por el público en solitario, alentado éste por las palmas de César y los sinuosos movimientos de José Carlos quien, lanzando las manos a derecha e izquierda, animó a corear este tema que retomó de forma magistral para dar buena cuenta del mismo y continuar enérgicamente después de una nueva, imparable y prolongada parte instrumental con la divertida “Manicomio”, incluida patada voladiza por parte de un Molina que se lo pasó de miedo parodiando su lírica sobre el escenario.
La pícara “Vampiro Y Amante” junto con el medido tiempo de “Pícaro” abrieron paso a la emotiva “Tocaba Correr”, una deliciosa pieza con letra nostálgica en claro homenaje a la amistad, a esos amigos de siempre con los que se comparten vivencias únicas y a la que de nuevo la flauta y los focos hicieron los honores junto con una acertada guitarra acústica en manos del cantante, la cual mantuvo también para el único tema de su disco en solitario que interpretó titulado “El Calor Nublado”, una canción con sabor a ensoñadora libertad que embriaga tan sólo por esa cadencia acompasada que acoge este tema tan querido como los viejos de ÑU y que, a pesar de ser prácticamente un recién nacido, trae bajo el brazo la esencia del propio vocalista y el aroma imborrable de contador de historias que es, agradeciendo éste a sus compañeros de escena el apoyo recibido para hacer este disco y apostillando que sin ellos no habría sido posible.
“En Ruta” y “A Golpe De Látigo” se fusionaron nuevamente de forma cañera e instrumental, permitiendo que el vocalista abandonase el escenario y cediese íntegramente el mismo a la guitarra, al bajo, a los teclados y a la batería que tanta importancia tuvieron durante toda la noche no sólo por la perfecta gestión del concierto, sino por estar permanentemente entrelazados con plena fidelidad a cada nota y repartiéndose equitativamente el tiempo, respetándose unos a otros con caballerosidad sin dejar de invocar sonidos redondos que se prolongaron durante minutos de forma incontestable dejando ver la virtuosa calidad de estos artistas, los cuales desencajaron sus respectivas armas para ofrecer una completa descarga con Luis finalizando esta orquestación a través tanto de riffs poderosos como de rápidos ritmos de muñeca, emitiendo punteos ordenados y sentidos que dieron forma a toda una sinfonía de sonidos que acabó templando la batería al golpear cuero y charles de forma contundente, sólida e indiscutible, propiciando un enlazado fin de fiesta al incorporarse sin piedad los teclados de Juan Miguel para desembocar en la épica “Se Quién”, tema que llegó con euforia de teclados y giros melódicos con exquisitos cambios de tiempo.
La recta final fue sin duda inigualable cuando empezaron a sonar los primeros acordes de “El Tren Azul”, un clásico aclamado en todos los conciertos de ÑU y al que el toque de travesera imprimió ese cariz tan real de chimenea en un metafórico viaje como alegoría de unos tiempos convulsos y cuya leyenda le dota de ese sabor especial que la banda supo plasmar con vehemencia, haciendo disfrutar al respetable que se abandonó a su suerte con éste y el enlazado “El Flautista” con el cual la actitud trovadoresca se adueñó de la tarima desplegando fabula con moral sempiterna entonada por la voz firme, modulada e intensa de José Carlos quien, tras esta lección interpretativa en la que involucró a la gente, dio paso a la presentación de la banda intentando después despedirse sin éxito, ya que los insistentes gritos de “otra, otra” le hicieron volver al escenario complaciendo esta petición al aparecer en solitario y dirigirse directamente al piano para levantar las manos de todos nosotros gracias al emblemático “Una Copa Por Un Viejo Amigo”. Con esta penúltima canción, se unieron los corazones de todos los allí presentes que cantaron al unísono con este juglar maravilloso que no quiso dejarnos sin el metalero “Más Duro Que Nunca”, único tema de la noche exento de flauta y con derroche de voz por parte del cantante, el cual coqueteo con un ligero pero visible headbanging muy acorde con los sonidos más heavies que salían de los instrumentos de sus compañeros dando “caña” sin parar mientras César y Luis dirigían sus afilados mástiles hacia la gente, quien aplaudía entusiasmada hacia un escenario que parecía arder con la música, llevándose por delante nuestras cabezas que quedaron impregnadas del Rock y de la fuerza que ÑU transmitió a raudales liderados por el gurú Molina, un maestro que puede presumir de feligresía fiel y de haber conquistado la arena de la carpa, embelesando aún más a sus incondicionales conscientes de “quién tiene la llave de una ciudad”.
Set List: “Algunos Músicos Fueron Nosotros”, “Ella”, “No Hay Ningún Loco”, “La Granja Del Loco”, “El Juglar”, “Celebración”, “Animales Sueltos”, “Imperio De Paletos”, “La Bailarina”, “Manicomio”, “Vampiro Y Amante”, “Pícaro”, “Tocaba Correr”, “El Calor Nublado”, “En Ruta”, “A Golpe De Látigo”, “Se Quién”, “El Tren Azul”, “El Flautista”, “Una Copa Por Un Viejo Amigo” y “Más Duro Que Nunca”.
Crónica: MONTSERRAT CALVO
Fotografías: MIGUEL ÁNGEL PRÍNCIPE